Los Vitrales son esa obra de arte que empieza a gestarse
en el momento en que se recibe un encargo. Es entonces cuando
se empieza a pensar en el tipo de vidrio que se va a utilizar,
imaginándolo ya colocado en el lugar para el que va a ser creado,
dibujando mentalmente el diseño antes de pasarlo a papel,
tomando las medidas, cortando el cristal, encajandolo en el plomo
hasta formar el complejo rompecabezas de color que genera
la magia capaz de atrapar la Luz en cada una de sus formas.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Los oficios de la Edad Media a través de las vidrieras de la Catedral de Chartres

Las catedrales de la Edad Media son como libros de imágenes; imágenes de piedra e imágenes de cristal destinadas a la edificación de los hombres.

Estas imágenes reproducen escenas de la vida de Cristo, de la Virgen, de los Santos, de los ángeles, otras simbologías y acciones realizadas por los hombres. Así, en la catedral de Chartres, podemos contemplar desde la Historia de Carlomagno, la vida de San Esteban, escenas evangélicas y de otros santos, el Árbol de Jesé, junto con la plasmación de los distintos oficios que el hombre de estos siglos XII y XIII realiza.

De esta iconografía del trabajo es de la que nos vamos a ocupar. Es necesario darnos cuenta de la importancia de Chartres en esta época como lugar de peregrinación, como uno de los centros intelectuales más importantes de la cristiandad, así como de una de las más célebres escuelas de medicina, de juristas y sobre todo de filósofos y teólogos. Esto explica que los obispos de Chartres fueran hombres tan importantes, capaces de atraer hacia la obra de su catedral la afluencia de innumerables trabajadores voluntarios y aún más de donantes que financiaron la construcción.

Si el interior es transfigurado siempre por las vidrieras, podemos imaginar hasta qué grado lo sería el de esta catedral cuyo conjunto de vidrieras constituyó uno de los más bellos de todas las épocas.

Sabemos que correspondieron a los siglos XII y XIII. Al primero pertenecen las de las tres ventanas de la fachada principal y las de la "Belle Verriére" (la primera del deambulatorio a la derecha), caracterizadas por el azul límpido, el famoso azul de Chartres. Los dos rosetones y el conjunto de las otras vidrieras (salvo las de la capilla de Vendóme, del siglo XV) son del siglo XIII y recuerdan las de Bourges y la rosa W de Notre-Dame de París. Es difícil seguir la evolución del estilo en estas vidrieras realizadas en un tiempo tan corto (entre 1210 y 1236), así como los diferentes talleres a los que pueden pertenecer.

Zapateros, tejedores, panaderos, cambistas, taberneros, vinateros, herreros, abaceros, farmacéuticos, peleteros, curtidores y remendones, todos prosperaban con el tráfico que la reconstrucción de la catedral llevó a Chartres. Todos querían estar representados e inmortalizarse en ella. Esto les condujo a ofrecer una vidriera en la que apareciese su profesión.

El precedente se esta acción fue la realizada por los nobles quienes donaron vidrieras a las catedrales e instauraron la costumbre de representar sus propias imágenes en otras menores situadas debajo de las grandes.

Mas observemos que, si los anteriores artesanos citados, necesitaban de esta representación vitral para aparecer directamente en la catedral -dado que su trabajo no incidía en ellas sino de rechazo- curiosamente hasta los albañiles, escultores, carpinteros, herreros y otros que trabajaban directamente en la construcción también hicieron colectas y pagaron una o varias vidrieras. Incluso el humilde gremio de los aguadores, que parecen haberse formado exclusivamente con el propósito de costear una vidriera, donó una a una capilla. Resultan conmovedores estos aguadores portadores de cántaros que se ven representados debajo de la gran vidriera donada por ellos y dedicada a santa María Magdalena.

Muchas otras vidrieras parecen igualmente apropiadas. El primer misionero, San Pablo, vuelve a vivir en el vidrio para verlo todo, mientras debajo, los cesteros confeccionan abiertamente sus cestos. Ezequiel, David y un ángel miran hacia abajo desde el piso iluminado; debajo de ellos los carniceros cortan la carne. Mientras la Virgen recibe a los Magos, los panaderos extienden sus panes. Los mismos panaderos preparan algunas barras bajo la figura de Moisés, el cual estuvo durante cuarenta años sin probar, y ni siquiera ver, una barra de pan. Esto es, sin duda, una broma medieval.
Los zapateros trabajaban bajo la representación de la historia de San Esteban.

El resultado de aquella generosidad profesional fue una catedral con ciento setenta y cinco vidrieras de color, que suscitaron la emulación de todas las catedrales en construcción, pero nunca fue igualada.
Podríamos preguntarnos por qué el hombre medieval admite en su catedral la glorificación del trabajo manual y la ciencia junto a la representación en forma visible de todo el pensamiento de la Edad Media. Quizás esté influido por Vicente Beauvais, quien en el prefacio de su "Espejo doctrinal" expresa que el trabajo y la ciencia tiene su papel en la obra de la Redención y que el hombre puede levantarse de su caída por la ciencia. Y por ciencia entiende el trabajo bajo todas sus formas hasta las más humildes.

Con ello la Edad Media se nos revela no sólo como edad de contemplación sino como la edad de trabajo heroicamente aceptado y concebido, no como servidumbre, sino como liberación. Por ello en la iglesia casi todos los oficios están representados en relieves y en las vidrieras.
En Chartres y en Bourges, así como en Semur, en la parte baja de las vidrieras ofrecidas por las corporaciones obreras, los donantes se hicieron pintar manejando la llana de albañil, el peine de cardar, la pala del panadero, el cuchillo del carnicero...

En Chartres se inmortalizan hasta veintiséis oficios, colocando estos cuadros de la vida cotidiana al lado de las escenas heroicas de la vida de los santos. Y esta glorificación del trabajo es especialmente visible en Nuestra Señora de Semur donde, en una de las capillas laterales del lado norte, una vidriera ofrecida por el gremio de los pañeros representa en varios cuadros todos los detalles de la fabricación del paño. Y esto como único tema de la vidriera, subrayando su dignidad propia.
Es difícil, muchas veces, determinar quien fue el donante en cada vidriera debido a una serie de razones. En el siglo XIII y en el XIV, las corporaciones no colocan en sus vidrieras a un santo patrón -cosa usual en los dos siglos siguientes-. Las vidrieras suelen ser anónimas, aunque algunas lleven una " signatura" -decoración que alude al oferente o a su oficio-. Mas no siempre, a partir de esta "signatura" se pueden identificar la corporación o el donante. Otras veces la vidriera responde a las reliquias que se custodian en esa capilla y cuya temática tiene que aceptar el demandante. Otras veces la clave de la "lectura" se encuentra en un altar próximo.

Un testimonio de que no siempre el donante elegía como temática la vida y milagros de su santo patrón o un tema afín a su dedicación lo tenemos en la vidriera del "Buen Samaritano" que, en Bourges fue donada por los tejedores y en Chartres por los zapateros. En Chartres conocemos varias cofradías que encargan diferentes vitrales bajo la advocación de santos distintos -tales como los tejedores que donan y se hacen representar en la vidriera de la Historia de Santiago el Mayor, en la que Carlomagno y en la de San Eustaquio; los zapateros se inmortalizan en la vidriera de la Muerte y Asunción de la Virgen y en la del Buen Samaritano, (ambas en la nave, a la derecha)-.

Y en la misma catedral de la Virgen vemos cómo los carpinteros toneleros, además de aparecer en la vidriera de San Julián Hospitalario (primera capilla de la izquierda del ábside) ofrecieron otra junto a la Historia de Noé, constructor del arca (primera capilla izquierda de la entrada de la nave). Igualmente, los talladores de piedra y los escultores costearon las vidrieras de San Silvestre, Santos Ponciano y Savino, y la de San Chéron, dentro de las capillas bajas del coro.

Finalmente, queremos llamar la atención sobre la unidad y homogeneidad en el conjunto iconográfico de las vidrieras del sigo XII frente a la complejidad y hasta falta de coherencia de las del siglo XIII. Hecho que puede deberse a su distinto carácter -las primeras son narrativas mientras las del siglo XIII se decoran con escenas de la Leyenda Dorada, bellas páginas fácilmente descifrables siguiendo las descripciones de Voragine-. La causa de esto parece ser el número crecido de donaciones y la impaciencia de los donantes, lo cual impidió la unidad del programa.
Vamos ya a ocuparnos de aquellos que de forma más clara están representados en las vidrieras de la catedral de Chartres.

Los peleteros y pañeros se ven plasmados en la vidriera que narra la Historia de Santiago el Mayor, en su registro inferior. En él, a la izquierda se presentan escenas de los peleteros y a la derecha de los pañeros.
Esta última nos invita a visitar una tienda de paño. A la izquierda, un joven vendedor (vestido de verde) toma la medida de una pieza de tela, mientras que a la derecha del vendedor "hace el artículo" a un cliente. Se medía probablemente en este tiempo en varas, unidad cuya longitud era variable según las regiones. La de París tenía 1,188 m. La cabeza del joven vendedor, que es más clara que el resto del vitral, indica que el trozo de cristal se rompió y fue reemplazado. En efecto, los cristales se oxidan con el tiempo, por esto las cabezas de los personajes del siglo XIII son más oscuras.

El vitral ofrecido por los carniceros está debajo del coro, ligeramente a la izquierda. La escena representa a un carnicero que va a matar a un buey con un hacha. Está atado con una cuerda que une sus cuernos a una pata.
Viendo el cristal rojo de su cabeza, creemos que tiene la cara cubierta con una máscara. Se trata solamente de una reparación desafortunada.
Un jabalí está colgado de un clavo, ya desangrado. A la derecha, un perro blanco espera que se le eche algún desperdicio.

Los cambistas hicieron alarde de su suficiencia económica en las cuatro vidrieras que ofrecieron. En el que está debajo del coro se representa a cuatro personajes: dos clientes a la izquierda y a la derecha, y dos cambistas, uno de los cuales tiene una balanza en las manos. Delante de ellos se distinguen piezas de oro y de plata apiladas. En tiempos de San Luis, un escudo de oro valía tres libras de Tours, equivalía a 8,271 grs. de oro. Tampoco el valor de la moneda era idéntico en todas las regiones de Francia. Las piezas acuñadas en París tenían mayor valor.

Se destaca el color de las caras de los personajes. El cristal está oxidado. La luna provoca igualmente la formación de manchas, sobre todo en los cristales donde da el sol.
Los tejedores (fig. 1) dedicaron tres vidrieras a enaltecer su oficio. El vitral que se encuentra en la parte alta de la nave del lado norte presenta por ello dificultad en su lectura, mas su reproducción de un grabado nos permite comprender mejor el trabajo de los tejedores en el siglo XII (Grabado de L. Saint, tomado del libro La industria y el comercio en Chartres, del siglo XII a la Revolución, por Mlle. Aclocque).

Los tejedores trabajan. Uno tiene en su mano derecha una lanzadera con el hilo de la trama, que envía al otro extremo entre los hilos de la cadena que se separa cuando el obrero empuja con su pie el pedal. Encima de él se ven dos devanaderas de donde vienen los hilos de la cadena.
A la izquierda, un aprendiz trabaja con el torno haciendo las madejas. Debajo de él se ven las lanzaderas. Aún, a la derecha, en la parte inferior, se distingue un obrero que lleva un peine grande que sirve para tensar los hilos del bastidor.

Inexplicablemente los tejedores eligieron a San Esteban como protector y es en su vidriera donde se nos dan a conocer las herramientas y los artesanos ocupados en tejer la lana.
Los tres personajes que aparecen en ella nos recuerdan los grados o estamentos de la profesión: a la izquierda, un joven devanando representa al aprendiz, mientras que, a la derecha, el hombre que lleva el peine puede ser el oficial. El personaje central puede ser el maestro-tejedor.
El oficio de tejer del siglo XIII sigue sin variar durante varios siglos más (hasta las grandes transformaciones técnicas del siglo XVII). En el siglo XIII, con herramientas más o menos perfeccionadas, se depende siempre del esfuerzo del hombre. Sólo para batanar se utiliza el agua que mueve los molinos. 

El dibujo inferior y los esquemas laterales permiten una mejor lectura de este vitral.
Aunque la perspectiva está algo forzada, se pueden reconocer sus líneas (verticales 1, 2 y 3; horizontales 4, 5 y 6; y oblicuas 7 y 8).
Los elementos principales son:
- En el plano horizontal, dos cilindros de madera.
- En el plano vertical dos juegos de listones de madera se elevan o abaten.
A partir del primer cilindro algo escorzado, se extiende la tela con los hilos de la urdimbre hasta el cilindro opuesto donde se enrolla a medida de su fabricación.
Un juego de pedales bajo el cuadro y sujetos a una polea situada debajo permite a los listones de madera desplazarse verticalmente; su desplazamiento alternativo permite la combinación de los hilos pares e impares.
El tejedor no tiene más que lanzar la lanzadera con el hilo de la trama, y un golpe de pedal entrecruza los hilos.
La preparación de la materia prima (lanas y plantas textiles) era parte exclusiva de las mujeres, sobre todo campesinas.
Bajo el porche norte de la catedral, en la penúltima banda del hueco de la izquierda, seis pequeñas figuritas simbolizan la Vida activa:
- Una mujer que lava un paquete de lana en una cubeta.
- Otra que carda la lana.
- La tercera que agrama con un instrumento formado por dos planchetas unidas por una bisagra.
- Y la cuarta peina el lino, es decir, separa la estopa del lino después de haberle quitado su parte leñosa por medio de una placa de madera con largos clavos, que la obrera sostiene colocando el pie en un agujero que tiene la parte inferior del instrumento.
- Hay una quinta figura que hila con el huso y la rueca.
- Otra devana el hilo (en el vitral de S. Etienne es la misma operación que hace el aprendiz).
Una gran figura sentada, desgraciadamente desaparecida, completaba y resumía toda la serie. Estaba cosiendo y simbolizaba la Vida activa.
En ciertas miniaturas de finales de la Edad Media, vemos princesas y mujeres ilustres que parecen jugar gozosamente a la hilandera. En realidad, el trabajo de las mujeres ha sido un ejemplo de la explotación de la mano de obra femenina.
Se conoce la canción de las obreras de la seda que Chrétien de Troyes ha situado hacia 1175-1180, en Yvain o el Chevalier au lion. Sin duda se trata de una obra de ficción, en la que tres doncellas están retenidas mágicamente prisioneras por dos diablos, que las obligan a trabajar sin descanso, pero entre líneas se pueden encontrar alusiones a ciertas realidades.

Otro gremio o corporación que quedó muy significado en Chartres fue el de los albañiles, talladores de piedra y los escultores. Estudiamos solamente la representación que decora parte de las vidrieras bajas del ábside (8, 15 y 17) bajo la advocación o el patronazgo de San Chéron y los santos Savino y Potencio.
Esta vidriera tiene cuatro pequeñas arcadas, y en cada una de ellas se representa una escena diferente. En las dos de la izquierda se ve un albañil vestido de rojo, que verifica con la plomada la verticalidad de la torre. A la derecha, otro comprueba la horizontalidad con el nivel de burbujas. Junto a éstos, a su derecha, dos talladores trabajan con mazos y cinceles. Sobre ellos algo da la sensación de ver caer las hojas muertas, en amarillo. En realidad son modelos que servían a los tallistas para verificar la exactitud de los nervios de la bóveda. Aún, en la cima de la arcada de la derecha, puede verse (en rojo) el compás de tallista como símbolo parlante.
En las mismas arcadas de la derecha del mismo vitral, se contemplan unos escultores en su trabajo. A la izquierda, uno de los obreros trabaja la piedra (figura en la sombra), mientras que su camarada (figura clara) apoya la cabeza sobre la mano. se puede pensar que se trata de un alumno que contempla cómo trabaja su maestro.

A la derecha uno de los dos obreros bebe, mientras que el otro termina la estatua de un rey.
Se destaca la cara de la estatua, cortada por un plomo. Se trata ciertamente de un plomo roto y colocado así para sostener los cristales partidos tras una tormenta o granizo.

Los carpinteros de carros y toneleros aparecen unidos por un maestro vidriero.
El maestro constructor de carros, a la izquierda, termina la llanta de una rueda, colocada en un soporte de madera. Hemos de fijarnos que está subido sobre un pequeño taburete.
A la derecha, un tonelero acaba de poner los círculos a su tonel. Es una escena semejante a otra de la catedral de Bourges, y seguramente realizada por los mismos artistas, ya que Chartres fue el taller de casi todas las vidrieras francesas y hasta inglesas.

Esta vidriera, ofrecida por los obreros de la madera, cuenta la vida de San Julián el Hospitalario. Está colocada en el ábside del lado izquierdo, lado norte (19, 21 y 23).
En la misma vidriera, se encentra un panel consagrado al trabajo de los carpinteros en general, en el que aparece una escena en la que un obrero aprieta con un cepillo mientras otro trabaja sobre el banco de carpintero. En el fondo azul, que simula el muro, se ven las herramientas colgadas. A la derecha de la cabeza del personaje de la izquierda se ve una azuela, es decir, una pequeña hacha curvada, y al lado una sierra de madera (en amarillo) en la que se distingue la hoja, los largueros y la cuerda tensada, además de la cuña. Llama la atención cómo estas herramientas apenas han cambiado desde la Edad Media hasta nuestros días.

Esta vidriera, cuyo conjunto nos vuelve a relatar la vida de San Esteban, ha sido ofrecida por el gremio de los zapateros. Vemos a un obrero poniendo el cordón a un zapato que acaba de terminar. Otros zapatos están colocados en una mesa baja, delante de él, y en un cofre entreabierto que se encuentra detrás de la figura.
Destacamos la forma de atar los zapatos, sobre los tobillos y no en la pala, testimonio de una moda de la época, que descubrimos 750 años después gracias al trabajo del maestro vidriero.
En una vidriera baja de la nave los boticarios quisieron ser representados junto a la Historia de la vida y milagros de San Nicolás

La palabra boticario significaba en la Edad Media farmacéutico. Pero éste no vendía únicamente medicinas, era también un tendero, modalidad en la que aquí aparece.
En este vitral del siglo XIII el boticario aparece machacando algo en un mortero con la maza que tiene en su mano derecha. A la izquierda se ven unos frasquitos tras una cesta llena de granos rojos (o frutos?...). A la derecha, en un estante, hay un tarro (de pomada seguramente).

Contigua a esta vidriera se halla la dedicada a la representación simbólica de la Pasión, donada por los herradores. En el registro dedicado a la " signatura" podemos contemplar a un herrador clavando un clavo en la herradura de un caballo.
A la derecha, un ayudante sostiene la pata del animal con una correa, mientras que otro, a la derecha lo sujeta por la brida. El caballo ha sido colocado en un armazón de madera, llamado "el trabajo" como se hacía entonces y hasta hace algunos años en el campo. Fijémonos en la silla de montar, que aún está en el lomo del animal, mientras se hace esta operación.

Como resumen de esta somera visión, llamamos la atención sobre dos detalles.
En Chartres, el recuerdo de las corporaciones obreras no sólo se ha conservado en las vidrieras. La toponimia urbana nos permite aún localizar las actividades de tiempos pasados. La calle de los cambistas, la de los carniceros, la de los pescadores, toneleros, zapateros... nos habla de su actividad y nos los sitúa localmente.
En la revisión de los trabajos representados en Chartres vemos claramente cómo en ellos se manifiesta el cambio de mentalidad que ha tenido lugar en la época. La mayor parte de estos trabajos son propios de una sociedad urbana, de una sociedad que ha iniciado el comercio, el intercambio, las fieras. En una palabra, que ha superado la economía rural y feudal. Que produce no sólo para sobrevivir sino para comerciar y ganar dinero. Intencionalidad inconcebible e inaceptable en un momento anterior.
Constatemos la repetitiva aparición de los cambistas, oficio antes depreciado y no aceptado ni por la iglesia ni por la sociedad. Recordemos el rechazo de los judíos a quienes se consideraba unidos a esta profesión, y a los que el Cid tuvo que acudir en su necesidad.
Reparemos, finalmente, que esta representación se da en la iglesia, en programas previamente aprobados por ella y por tanto indicativos de un cambio de mentalidad o mejor de una apertura de su moral para aceptar las nuevas modalidades económicas y sociales nacidas junto al surgimiento de las ciudades y otra nueva estructuración social.
Este cambio de moral y aceptación de la riqueza llevará a un amor a ella, que, muy pronto, con San Francisco de Asís, sufrirá graves condenas y repulsas, intentando hacer volver a la cristiandad al prístino valor y amor de la pobreza.
OFICIOS REPRESENTADOS EN LA CATEDRAL DE CHARTRES
Aguadores: 46. 
Albañiles: 8, 17.
 
Armeros: 48. Boticarios: 39.
 
Cambistas: 32, 41, 104, 106, 135.
 
Carniceros: 38, 103.
 
Carpinteros: 47, 19-21-23.
 
Carpinteros de carros: 19-21-23, 47.
 
Curtidores: 18, 20, 110, 137.
 
Ebanistas: 19-21-23.
 
Escultores: 15.
 
Herradores: 37.
 
Labradores: 131.
 
Merceros: 39.
 
Mozos de cuerda: (22-24, del siglo XVI), 133.
 
Panaderos: 0-5, 100 y 102, 140.
 
Pañero: 5, 43.
 
Peletero: 5, 7, 43.
 
Pescadores: 30.
 
Tabernero: 45.
 
Tallador de piedra: 8, 15.
 
Tejedores: 9, 17, 139.
 
Toneleros: 19-21,23, 47.
 
Tornero (alfarero): 134.
 
Transportadores de vino: 45.
 
Zapateros: 3, 13, 42, 44.
Los números corresponden al de su situación en el plano. Omitimos aquellos oficios cuya vidriera no existe en el presente, aunque nos sea conocido.

NOTAS
Ésta es la Fuente original de la entrada creada por M.ªTeresa Jiménez Priego. Los enlaces a las ilustraciones de los vitrales han sido añadidos por Pilar Fernández Bouza, extraídos de la siguiente web: Les vitrauxde la Cathédrale de Chartres, (en francés).



















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